sábado, 30 de junio de 2007

Porque Serás mi Amiga

A todas mis buenas amigas, mis platos gemelos (de una misma vajilla, claaaaaaaro), porque las quiero muuuucho, se que saben quienes son...

PORQUE SERÁS MI AMIGA
Porque como la luna que surge del horizonte

alzándose entre las olas murmurantes

sobre un cielo cubierto de luciérnagas

para ocultarse después que cae la noche

bajo aquel inmenso y majestuoso monte.

Porque serás mi amiga a través del tiempo,

porque en tus ojos he visto mi reflejo

y en tu voz encontré mi consuelo...

sobre tus manos cayeron mis sueños

y en tus ojos mis pensamientos.

Porque a pesar del amor que reina

yo sé que tú a mí vendrás mañana,

y sabrás que me tendrás hoy...

Ya que ni aún el destino puede separar

lo que él como un juego unió.

Muchas veces miramos al cielo juntas,

muchas veces escuchamos una misma canción

muchas veces sufrimos juntas,

muchas... nos dimos aliento al corazón.

Por eso eres mi amiga...

Quizás haya fracasado o vaya a fracasar.

Quizás hayas llorado o te falte por llorar...

pero, quien quiera que me dé un martirio

o se aleje burlándose de mí... sabrás

que el primer pensamiento será para ti...

Serás mi amiga, como yo tu amiga...

seremos dos líneas juntas pero no cruzadas,

dos nubes o dos gaviotas...

seré aire y tu mariposa...

serás la luna y yo una estrella...

serás el día y yo la noche...

seremos dos y seremos uno...

ya que si hay acaso algo más grande que el amor...

es una amistad inmensa. Y es Dios.

Anonimo

Unkle

Unkle - Rabbit in your Headlights

Nunca había escuchado nada UNKLE, pero hace unos meses, alguien me dió el link para este video, y quedé impactada con esta banda, bastante parecida a Radiohead...

Este vídeo critica la frialdad de la humanidad antes la misma humanidad. Un hombre visiblemente en problemas, que aunque no parece tener intención alguna de recibir ayuda, es tratado con indiferencia y crueldad. Algunos lo hacen de lado, otros lo botan, otros pasan de largo viendo que ha caído, y solamente uno se detiene a preguntar cuál es su problema, aunque sin ahondar mucho en el asunto. ¿No es esto lo que hacemos también nosotros con el anciano mendigando en las calles? Decir “pobrecito”, pero igual le pasamos de largo. O nos comprometemos a ayudar masívamente a una niña que necesita de una operación multimillonaria para seguir con vida, pero al final nos vence al pereza y los que de verdad cumplen con lo prometido son una ínfima minoría.

También podría abordarse desde la perspectiva hombre vs. máquina, sobre todo si tomamos en cuenta que a finales de la década pasada, eran muy comunes los productos audiovisuales que dejaban expuesto el miedo colectivo ante un posible descalabro del sistema mundial por el cambio de siglo. En el video de “Rabbit In Your Headlights”, es el hombre quien finalmente se alza omnipotente, declarando su victoria sobre la máquina destruida.

Conclusión: “Rabbit” impresiona porque está bien hecho, claro, pero también porque es inteligente, y si a esto le aunamos una canción dramática e inquietante, tenemos frente a los ojos un producto final que merece un lugar de privilegio en la memoria de todos los fiebres del videoclip

Un par de preguntas...

PREGUNTA 1: Si conocieras a una mujer embarazada, que padece sífilis y tiene 8 hijos. 3 de ellos son sordos, 2 ciegos y uno con retraso, ¿le recomendarías practicarse un aborto ?

PREGUNTA 2: Se va a elegir a un nuevo líder mundial, tú tienes la oportunidad de votar por él. Hay 3 candidatos, a continuación te presento algunos hechos conocidos en la vida de los mismos:

Candidato 1: Ha sido asociado con políticos corruptos. Consulta a varios astrólogos. Tuvo 2 amantes. A una de ellas la golpeaba. Fuma y toma entre 8 y 10 martinis al día.
Candidato 2: Ha sido despedido en 2 ocasiones de su trabajo. Duerme hasta el mediodía. Consumía opio en la universidad y todas las noches se toma una botella de whisky. Padece de obesidad y es conocido por su mal temperamento y agresividad.
Candidato 3: Es un héroe de guerra condecorado, es vegetariano, no fuma y toma cerveza ocasionalmente. No se le conocen relaciones extramaritales. Respeta a las mujeres. Ama a los animales y es muy reservado. ¿Por cual de los 3 candidatos votarías? Elige tu respuesta.... Piensa detenidamente antes de contestar....

El candidato 1 es: Franklin D. Roosevelt.
El candidato 2 es: Wiston Churchill.
El candidato 3 es: Adolph Hitler.

Por cierto, la respuesta a la pregunta: ¿Recomendarías que esta mujer se practicase un aborto? Si respondiste, SI... Acabas de matar a BEETHOVEN ¿Interesante, no crees ? Piensa antes de juzgar a alguien RECUERDA... El arca de Noe fue construida por amateurs. El Titanic por profesionales. No dejes nunca al que te ama por aquel que te gusta porque ese que te gusta te dejara por ese que ama.

La Cadena de la Vida.

En la cadena de la vida:

El rico vive del pobre, el policía dice que cuida a los dos.

El ciudadano común se cuida de los tres.

El trabajador mantiene a los cuatro.

El vago vive de los cinco.

El comerciante comercia con los seis.

El abogado enreda a los siete.

El cantinero emborracha a los ocho.

El cura absuelve a los nueve.

El doctor cura a los diez.

El sepulturero entierra a los once.

El partido de turno gobierna a los doce.

El presidente engaña a los trece y a su vez al rico lo hace mas rico.

Al pobre lo hace mas pobre. Al mediocre lo hace imbécil. A los imbéciles, los hace ministros, diputados, senadores, y asi dejan de ser pobres.

Pero por si sirve de consuelo, en estos países solo seis personas tienen problemas:

Yo, tu, el, nosotros, vosotros y ellos.

lunes, 25 de junio de 2007

Los lobos

Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida.

Les decía:

...- una vieja pelea esta ocurriendo dentro de mi, es entre dos lobos; uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, competencia, superioridad, egolatría.

El otro es bondad, alegría, paz, amor, esperanza, serenidad, humildad, dulzura, generosidad, benevolencia, amistad, empatía, verdad, compasión y fe.

Esta misma pelea esta ocurriendo continuamente dentro de ustedes y dentro de todos los seres de la tierra...-

Los chicos se quedaron pensativos, y uno de ellos preguntó a su abuelo:

¿ Cual de los lobos ganará?

...y el viejo cacique respondió simplemente

...-"el que alimentes"-...

El Anillo


-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ?Qué puedo hacer para que me valoren mas?

El maestro sin mirarlo, le dijo: -Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... y haciendo una pausa agregó: -Si quisieras ayudarme tu a mi, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

-E...encantado, Maestro- titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado, y sus necesidades postergadas.


-Bien- asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó: -Toma el caballo que esta allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien personas-y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.

Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro.
Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.
Entró en la habitación.
-Maestro- dijo- lo siento, no se pudo conseguir lo que me pediste.
Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

-Qué importante lo que dijiste, joven amigo- contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo.
Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo?
Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas.
Vuelve aquí con el anillo.

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender YA,,, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
-58 MONEDAS!!!!!!!!!!!!!!!!! Exclamó el joven.
-Sí, replicó el joyero-yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé si la venta es urgente...

El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
-Siéntate- dijo el maestro después de escucharlo -Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño.

viernes, 22 de junio de 2007

Cómo hacemos sentir a los demás...

El 14 de Octubre de 1998, en un vuelo trasatlántico de la línea aérea British Airways tuvo lugar el siguiente suceso:

A una dama la sentaron en el avión al lado de un hombre de raza negra.
La mujer pidió a la azafata que la cambiara de sitio, porque no podía sentarse al lado de una persona tan desagradable. La azafata argumentó que el vuelo estaba muy lleno, pero que iría a revisar a primera clase a ver por si acaso podría encontrar algún lugar libre.


Todos los demás pasajeros observaron la escena con disgusto, no sólo por el hecho en si, sino por la posibilidad de que hubiera un sitio para la mujer en primera clase.
La señora se sentía feliz y hasta triunfadora porque la iban a quitar de ese sitio y ya no estaría cerca de aquella persona.
Minutos más tarde regresó la azafata y le informó a la señora :
"Discúlpeme señora, efectivamente todo el vuelo esta lleno ... pero afortunadamente encontré un lugar vacío en primera clase".
Sin embargo, para poder hacer este tipo de cambios le tuve que pedir autorización al capitán.
Él me indico que no se podía obligar a nadie a viajar al lado de una persona tan desagradable.


"La señora con cara de triunfo, intentó salir de su asiento, pero la azafata en ese momento se voltea y le dice al hombre de raza negra:"
¿Señor, sería usted tan amable de acompañarme a su nuevo asiento?

"Todos los pasajeros del avión se pararon y ovacionaron la acción de la azafata.

Ese año, la azafata y el capitán fueron premiados y gracias a esa actitud, la empresa British Airways se dio cuenta que no le había dado demasiada importancia a la capacitación de su personal en el área de atención al cliente, la empresa hizo cambios de inmediato; desde ese momento en todas las oficinas de British Airways se lee el siguiente mensaje:


"Las personas pueden olvidar lo que les dijiste,

las personas pueden olvidar lo que les hiciste,

pero nunca olvidarán cómo los hiciste sentir".

Las cinco libertades

1. Libertad para SER LO QUE UNO ES AHORA, en vez de lo que fue, será o debería ser.

2. Libertad para SENTIR LO QUE SE SIENTE, en lugar de lo que se supone que debería sentir.

3. Libertad para DECIR LO QUE UNO SIENTE Y PIENSA, en vez de lo que se supone que debería sentir y pensar.

4. Libertad para CORRER RIESGOS POR LA PROPIA CUENTA, en lugar de elegir siempre lo que se considera más “seguro”.

5. Libertad para PEDIR LO QUE UNO QUIERE, en lugar de ponerse a esperar que alguien le dé permiso para hacerlo.

Virginia Satir

El Vaso con Agua.

Un conferencista hablaba sobre el manejo de la tensión. Levantó un vaso con agua y preguntó al auditorio:

- ¿Cuánto creen ustedes que pesa este vaso con agua?

Las respuestas variaron entre veinte y quinientos gramos.

Entonces el conferencista comentó:
- No importa el peso absoluto. Depende de cuánto tiempo voy a sostenerlo. Si lo sostengo por un minuto, no pesa nada. Si lo sostengo durante una hora, tendré un dolor en mi brazo. Si lo sostengo durante un día completo, tendrán que llamar una ambulancia. Y es exactamente el mismo peso, pero cuanto más tiempo paso sosteniéndolo , más pesado se va volviendo.

Y concluyó:
- Si cargamos nuestros pesos todo el tiempo, más pronto o más tarde, ya no seremos capaces de continuar, la carga se irá volviendo cada vez más pesada. Lo que tienes que hacer es dejar el vaso en algún lugar y descansar un poco antes de sostenerlo nuevamente. Tienes que dejar la carga de lado periódicamente, ¡De la forma que sea! Es reconfortante y te vuelve capaz de continuar. Entonces, antes de que vuelvas esta noche a tu casa, deja afuera el peso, en un rincón. No lo Cargues hasta tu casa. Mañana podrás recogerlo otra vez, al salir.

martes, 19 de junio de 2007

Envidia.

Cuenta una fábula que en cierta ocasión una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía muy rápido y llena de miedo de la feroz depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir en su intento de alcanzarla.

La luciérnaga pudo huir durante el primer día, pero la serpiente no desistía, dos días y nada, al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga detuvo su agitado vuelo y le dijo a la serpiente: ¿Puedo hacerte tres preguntas?

No acostumbro conceder deseos a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar, respondió la serpiente.

Entonces dime:
¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
¡No!, contestó la serpiente.

¿Yo te hice algún mal?
¡No!, volvió a responder su cazadora.

Entonces, ¿Por qué quieres acabar conmigo?
¡Porque no soporto verte brillar!, fue la última respuesta de la serpiente.

Muchos de nosotros nos hemos visto envueltos en situaciones donde nos preguntamos:

¿Por qué me pasa esto si yo no he hecho nada malo?
Sencillo... porque hay algunos(as) que no soportan verte brillar.

La "envidia" es uno de los peores sentimientos que podemos tener.
El hecho de que envidien tus logros, tu éxito, etc., ¡que envidien verte brillar! te va a afectar en más de una ocasión, pero cuando esto pase, ¡no dejes de brillar!, continúa siendo tú mismo(a), sigue dando lo mejor de ti, sigue haciendo lo mejor, no permitas que te lastimen, no permitas que te hieran...¡sigue brillando y no podrán tocarte!, porque tu luz seguirá intacta, porque siempre habrá quien te apoye, porque tu huella permanecerá, porque el recuerdo de lo que fuiste e hiciste quedará, ¡pase lo que pase!

lunes, 18 de junio de 2007

OJOS DE PERRO AZUL

Entonces me miró. Yo creía que me miraba por primera vez. Pero luego, cuando dio la vuelta por detrás del velador y yo seguía sintiendo sobre el hombro, a mis espaldas, su resbaladiza y oleosa mirada, comprendí que era yo quien la miraba por primera vez. Encendí un cigarrillo. Tragué el humo áspero y fuerte, antes de hacer girar el asiento, equilibrándolo sobre una de las patas posteriores. Después de eso la vi ahí, como había estado todas las noches, parada junto al velador, mirándome. Durante breves minutos estuvimos haciendo nada más que eso: mirarnos. Yo mirándola desde el asiento, haciendo equilibrio en una de sus patas posteriores. Ella de pie, con una mano larga y quieta sobre el velador, mirándome. Le veía los párpados iluminados como todas las noches. Fue entonces cuando recordé lo de siempre, cuando le dije: «Ojos de perro azul». Ella me dijo, sin retirar la mano del velador: «Eso. Ya no lo olvidaremos nunca». Salió de la órbita suspirando: «Ojos de perro azul. He escrito eso por todas partes».
La vi caminar hacia el tocador. La vi aparecer en la luna circular del espejo mirándome ahora al final de una ida y vuelta de luz matemática. La vi seguir mirándome con sus grandes ojos de ceniza encendida: mirándome mientras abría la cajita enchapada de nácar rosado. La vi empolvarse la nariz. Cuando acabó de hacerlo, cerró la cajita y volvió a ponerse en pie y caminó de nuevo hacia el velador, diciendo: «Temo que alguien sueñe con esta habitación y me revuelva mis cosas»; y tendió sobre la llama la misma mano larga y trémula que había estado calentado antes de sentarse al espejo. Y dijo: «No sientes el frío». Y yo le dije: «A veces». Y ella me dijo: «Debes sentirlo ahora». Y entonces comprendí por qué no había podido estar solo en el asiento. Era el frío lo que me daba la certeza de mi soledad. «Ahora lo siento ―dije―. Y es raro, porque la noche está quieta. Tal vez se me ha rodado la sábana». Ella no respondió. Empezó otra vez a moverse hacia el espejo y volví a girar sobre el asiento para quedar de espaldas a ella. Sin verla sabía lo que estaba haciendo. Sabía que estaba otra vez sentada frente al espejo, viendo mis espaldas, que habían tenido tiempo para llegar hasta el fondo del espejo, viendo mis espaldas, que habían tenido tiempo para llegar hasta el fondo del espejo y ser encontradas por la mirada de ella, que también había tenido el tiempo justo para llegar hasta el fondo y regresar ―antes que la mano tuviera tiempo de iniciar la segunda vuelta― hasta los labios que estaban ahora untados de carmín, desde la primera vuelta de la mano frente al espejo. Yo veía, frente a mí, la pared lisa, que era como otro espejo ciego, donde yo no la veía a ella ―sentada a mis espaldas―, pero imaginándola dónde estaría si en lugar de la pared hubiera sido puesto un espejo. «Te veo», le dije. Y vi en la pared como si ella hubiera levantado los ojos y me hubiera visto de espaldas en el asiento, al fondo del espejo, con la cara vuelta hacia la pared. Después la vi bajar los párpados, otra vez, y quedarse con los ojos quietos en su corpiño, sin hablar. Y yo volví a decirle: «Te veo». Y ella volvió a levantar los ojos desde su corpiño. «Es imposible», dijo. Yo pregunté por qué. Y ella, con los ojos otra vez quietos en el corpiño: «Porque tienes la cara vuelta hacia la pared». Entonces yo hice girar el asiento. Tenía el cigarrillo apretado en la boca. Cuando quedé frente al espejo ella estaba otra vez junto al velador. Ahora tenía las manos abiertas sobre la llama, como dos abiertas alas de gallina, asándose, y con el rostro sombreado por sus propios dedos. «Creo que me voy a enfriar ―dijo―. Esta debe ser una ciudad helada». Volvió el rostro de perfil y su piel de cobre al rojo se volvió repentinamente triste. «Haz algo contra eso», dije. Y ella empezó a desvestirse, pieza por pieza, empezando por arriba; por el corpiño. Le dije: «Voy a voltearme contra la pared». Ella dijo: «No. De todos modos me verás, como me viste cuando estabas de espaldas». Y no había acabado de decirlo cuando ya estaba desvestida casi por completo, con la llama lamiéndole la larga piel de cobre. «Siempre había querido verte así, con el cuero de la barriga lleno de hondos agujeros, como si te hubieran hecho a palos». Y antes que yo cayera en la cuenta de que mis palabras se habían vuelto torpes frente a su desnudez, ella se quedó inmóvil, calentándose en la órbita del velador, y dijo: «A veces creo que soy metálica». Guardó silencio un instante. La posición de las manos sobre la llama varió levemente. Yo dije: «A veces, en otros sueños, he creído que no eres sino una estatuilla de bronce en el rincón de algún museo. Tal vez por eso sientes frío». Y ella dijo: «A veces, cuando me duermo sobre el corazón, siento que el cuerpo se me vuelve huevo y la piel como una lámina. Entonces, cuando la sangre me golpea por dentro, es como si alguien me estuviera llamando con los nudillos en el vientre y siento mi propio sonido de cobre en la cama. Es como si fuera así como tú dices: de metal laminado». Se acercó más al velador. «Me habría gustado oírte», dije. Y ella dijo: «Si alguna vez nos encontramos pon el oído en mis costillas, cuando me duerma sobre el lado izquierdo, y me oirás resonar. Siempre he deseado que lo hagas alguna vez». La oí respirar hondo mientras hablaba. Y dijo que durante años no había hecho nada distinto de eso. Su vida estaba dedicada a encontrarme en la realidad, al través de esa frase identificadora. «Ojos de perro azul». Y en la calle iba diciendo en voz alta, que era una manera de decirle a la única persona que habría podido entenderla:
«Yo soy la que llega a tus sueños todas las noches y te dice esto: ojos de perro azul». Y dijo que iba a los restaurantes y les decía a los mozos, antes de ordenar el pedido: «Ojos de perro azul». Pero los mozos le hacían una respetuosa reverencia, sin que hubieran recordado nunca haber dicho eso en sus sueños. Después escribía en las servilletas y rayaba con el cuchillo el barniz de las mesas: «Ojos de perro azul». Y en los cristales empañados de los hoteles, de las estaciones, de todos los edificios públicos, escribía con el índice: «Ojos de perro azul». Dijo que una vez llegó a una droguería y advirtió el mismo olor que había sentido en su habitación una noche, después de haber soñado conmigo. «Debe estar cerca», pensó, viendo el embaldosado limpio y nuevo de la droguería. Entonces se acercó al dependiente y le dijo «Siempre sueño con un hombre que me dice: “Ojos de perro azul”». Y dijo que el vendedor la había mirado a los ojos y le dijo: «En realidad, señorita, usted tiene los ojos así». Y ella le dijo: «Necesito encontrar al hombre que me dijo en sueños eso mismo». Y el vendedor se echó a reír y se movió hacia el otro lado del mostrador. Ella siguió viendo el embaldosado limpio y sintiendo el olor. Y abrió la cartera y se arrodilló y escribió sobre el embaldosado, a grandes letras rojas, con la barrita de carmín para labios: «Ojos de perro azul». El vendedor regresó de donde estaba. Le dijo: «Señorita, usted ha manchado el embaldosado». Le entregó un trapo húmedo, diciendo: «Límpielo». Y ella dijo, todavía junto al velador, que pasó toda la tarde a gatas, lavando el embaldosado y diciendo: «Ojos de perro azul», hasta cuando la gentes se congregó en la puerta y dijo que estaba loca.
Ahora, cuando acabó de hablar, yo seguía en el rincón, sentado, haciendo equilibrio en la silla. «Yo trato de acordarme todos los días la frase con que debo encontrarte ―dije― . Ahora creo que mañana no lo olvidaré. Sin embargo, siempre he olvidado al despertar cuáles son las palabras con que puedo encontrarte». Y ella dijo: «Tú mismo las inventaste desde el primer día». Y yo le dije: «Las inventé porque te vi los ojos de ceniza. Pero nunca las recuerdo a la mañana siguiente . Y ella, con los puños cerrados junto al velador, respiró hondo: «Si por lo menos pudiera recordar ahora en qué ciudad lo he estado escribiendo».
Sus dientes apretados relumbraron sobre la llama. «Me gustaría tocarte ahora», dije. Ella levantó el rostro que había estado mirando la lumbre: levantó la mirada ardiendo, asándose también como ella, como sus manos: y yo sentí que me vio, en el rincón, donde seguía sentado, meciéndome en el asiento. «Nunca me habías dicho eso», dijo. «Ahora lo digo y es verdad», dije. Al otro lado del velador ella pidió un cigarrillo. La colilla había desaparecido de entre mis dedos. Había olvidado que estaba fumando. Dijo: «No sé por qué no puedo recordar dónde lo he escrito». Y yo le dije: «Por lo mismo que yo no podré recordar mañana las palabras». Y ella dijo, triste: «No. Es que a veces creo que eso también lo he soñado». Me puse en pie y caminé hacia el velador. Ella estaba un poco más allá, y yo seguía caminando, con los cigarrillos y los fósforos en la mano, que no pasaría el velador. Le tendí el cigarrillo. Ella lo apretó entre los labios y se inclinó para alcanzar la llama, antes que yo tuviera tiempo de encender el fósforo. «En alguna ciudad del mundo, en todas las paredes, tienen que estar escritas esas palabras: “Ojos de perro azul” dije―. Si mañana las recordara iría a buscarte». Ella levantó otra vez la cabeza y tenía ya la brasa encendida en los labios. «Ojos de perro azul», suspiró, recordando, con el cigarrillo caído sobre la barba y un ojo a medio cerrar. Aspiró después el humo, con el cigarrillo entre los dedos, y exclamó: «Ya esto es otra cosa. Estoy entrando en calor». Y lo dijo con la voz un poco tibia y huidiza, como si no lo hubiera dicho realmente sino como si lo hubiera acercado el papel a la llama mientras yo leía: «Estoy entrando ―y ella hubiera seguido con el papelito entre el pulgar y el índice, dándole vueltas, mientras se iba consumiendo y yo acababa de leer ― ...en calor», antes que el papelito se consumiera por completo y cayera al suelo arrugado, disminuido, convertido en un liviano polvo de ceniza. «Así es mejor ―dije―. A veces me da miedo verte así. Temblando junto al velador».
Nos veíamos desde hacía varios años. A veces, cuando ya estábamos juntos, alguien dejaba caer afuera una cucharita y despertábamos. Poco a poco habíamos ido comprendiendo que nuestra amistad estaba subordinada a las cosas, a los acontecimientos más simples. Nuestros encuentros terminaban siempre así, con el caer de una cucharita en la madrugada.
Ahora, junto al velador, me estaba mirando. Yo recordaba que antes también me había mirado así, desde aquel remoto sueño en que hice girar el asiento sobre sus patas posteriores y quedé frente a una desconocida de ojos cenicientos. Fue en ese sueño en el que le pregunté por primera vez: «¿Quién es usted?». Y ella me dijo: «No lo recuerdo». Yo le dije: «Pero creo que nos hemos visto antes». Y ella dijo, indiferente: «Creo que alguna vez soñé con usted, con este mismo cuarto». Y yo le dije: «Eso es. Ya empiezo a recordarlo». Y ella dijo: «Qué curioso. Es cierto que nos hemos encontrado en otros sueños».
Dio dos chupadas al cigarrillo. Yo estaba todavía parado frente al velador cuando me quedé mirándola de pronto. La miré de arriba abajo y todavía era de cobre; pero no ya de metal duro y frío, sino de cobre amarillo, blando, maleable. «Me gustaría tocarte», volvía a decir. Y ella dijo: «Lo echarías todo a perder ―volvió a decir, antes que yo pudiera tocarla―. Tal vez, si das la vuelta por detrás del velador, despertaríamos sobresaltados quién sabe en qué parte del mundo». Pero yo insistí: «No importa». Y ella dijo: «Si diéramos vuelta a la almohada, volveríamos a encontrarnos. Pero tú, cuando despiertes, lo habrás olvidado». Empecé a moverme hacia el rincón. Ella quedó atrás, calentándose las manos sobre la llama. Y todavía no estaba yo junto al asiento cuando le oí decir a mis espaldas: «Cuando despierto a medianoche, me quedo dando vueltas en la cama, con los hilos de la almohada ardiéndome en la rodilla y repitiendo hasta el amanecer: “Ojos de perro azul”».
Entonces yo me quedé con la cara contra la pared. «Ya está amaneciendo ―dije sin mirarla―. Cuando dieron las dos estaba despierto y de eso hace mucho rato». Yo me dirigí hacia la puerta. Cuando tenía agarrada la manivela, oí otra vez su voz igual, invariable: «No abras esa puerta ―dijo―. El corredor está lleno de sueños difíciles». Y yo le dije: «Cómo lo sabes?». Y ella me dijo: «Porque hace un momento estuve allí y tuve que regresar cuando descubrí que estaba dormida sobre el corazón». Yo tenía la puerta entreabierta. Moví un poco la hoja y un airecillo frío y tenue me trajo un fresco olor a tierra vegetal, a campo húmedo. Ella habló otra vez. Yo di la vuelta, moviendo todavía la hoja montada en goznes silenciosos, y le dije: «Creo que no hay ningún corredor aquí afuera. Siento el olor del campo». Y ella, un poco lejana ya, me dijo: «Conozco esto más que tú. Lo que pasa es que allá afuera está una mujer soñando con el campo». Se cruzó de brazos sobre la llama. Siguió hablando: «Es esa mujer que siempre ha deseado tener una casa en el campo y nunca ha podido salir de la ciudad». Yo recordaba haber visto la mujer en algún sueño anterior, pero sabía, ya con la puerta entreabierta, que dentro de media hora debía bajar al desayuno. Y dije: «De todos modos, tengo que salir de aquí para despertar».
Afuera el viento aleteó un instante, se quedó quieto después y se oyó la respiración de un durmiente que acababa de darse vuelta en la cama. El viento del campo se suspendió. Ya no hubo más olores. «Mañana te reconoceré por eso ―dije―. Te reconoceré cuando vea en la calle una mujer que escriba en las paredes: “Ojos de perro azul”». Y ella, con una sonrisa triste ―que era ya una sonrisa de entrega a lo imposible, a lo inalcanzable―, dijo: «Sin embargo no recordarás nada durante el día». Y volvió a poner las manos sobre el velador, con el semblante oscurecido por una niebla amarga: «Eres el único hombre que, al despertar, no recuerda nada de lo que ha soñado».

Gabriel García Márquez

El loco

En un pueblo rodeado de cerros habitaba un loco, la gente del pueblo le llamaba así: "EL LOCO", ¿y porqué le llamaban así?, ¿Qué acaso hacía cosas disparatadas, cosas raras, cosas diferentes a lo que hacen la mayoría de las personas, al menos en ese pueblo?.

La gente al verlo pasar se reía y se burlaba de él, humildemente vestido, sin posesiones, sin una casa que se dijera de su propiedad, sin una esposa ni unos hijos; "un desdichado", pensaba la gente, alguien que no beneficiaba a la sociedad, "un inútil" comentaban otros.

Más he aquí que este viejo ocupaba su vida sembrando árboles en todas partes donde pudiera, sembraba semillas de las cuales nunca vería ni las flores ni el fruto, y nadie le pagaba por ello y nadie se lo agradecía, nadie lo alentaba, por el contrario, era objeto de burla ante los demás.
Y así pasaba su vida, poniendo semillas, plantando arbolitos ante la burla de los demás. Y he aquí que ese ser era un gran Espíritu de Luz, que poniendo la muestra de como se deben hacer las cosas, sembrando, siempre sembrando sin esperar a ver el fruto, sin esperar a saborearlo.

Y sucedió que un día cabalgaba por esos rumbos el Sultán de aquellos lugares, rodeado de su escolta y observaba lo que sucedía verdaderamente en su reino, para no escucharlo a través de la boca de sus ministros.
Al pasar por aquel lugar y al encontrarse al Loco le preguntó:
-¿Qué haces, buen hombre? Y el viejo le respondió
-Sembrando Señor, sembrando. Nuevamente inquirió el Sultán:
-Pero, ¿cómo es que siembras?. estás viejo y cansado, y seguramente no verás siquiera el árbol cuando crezca. ¿Para qué siembras entonces? A lo que el viejo contesto:
-Señor, otros sembraron y he comido, es tiempo de que yo siembre para que otros coman.
El Sultán quedo admirado de la sabiduría de aquel hombre al que llamaban LOCO, y nuevamente le preguntó:
-Pero no verás los frutos, y aun sabiendo eso continuas sembrando... Por ello te regalaré una monedas de oro, por esa gran lección que me has dado.
El Sultán llamo a uno de sus guardias para que trajese una pequeña bolsa con monedas de oro u las entregó al sembrador. El sembrador respondió :
-Ves, Señor, como ya mi semilla ha dado fruto, aún no la acaba de sembrar y ya me está dando frutos, y aun más, si alguna persona se volviera loca como yo y se dedicara solamente a sembrar sin esperar los frutos sería el más maravilloso de todos los frutos que yo hubiera obtenido, porque siempre esperamos algo a cambio de lo que hacemos, porque siempre queremos que se nos devuelva igual que lo que hacemos. Esto, desde luego, sólo cuando consideramos que hacemos bien, y olvidándonos de lo malo que hacemos.

El Sultán le miró asombrado y le dijo :
-¡Cuánta sabiduría y cuánto amor hay en ti!, ojalá hubiera más como tú en este mundo, con unos cuantos que hubiese, el mundo sería otro; más nuestros ojos tapados con unos velos propios de la humanidad, nos impiden ver la grandeza de seres como tu. Ahora me retiraré porque, si sigo conversando contigo, terminaré por darte todos mis tesoros, aunque sé que los emplearlas bien, tal vez mejor que yo. ¡Qué Alá te Bendiga!.

Y terminado esto, partió el Sultán junto con su séquito, y el Loco siguió sembrando y no se supo de su fin, no se supo si termino muerto y olvidado por ahí en algún cerro, pero él había cumplido su labor, realizó la misión, la misión de un Loco.

Reflexión:
Este cuento sirve para ilustrarnos lo que muchos seres hacen en este mundo, pero callados, sin esperar recompensa y he aquí que se requieren muchos locos en el mundo, seres que repartan la Luz, que den la enseñanza, que sean guías en este mundo tan hambriento de la enseñanza espiritual.

domingo, 17 de junio de 2007

PINK FLOYD

Que podría decir de esta super banda? Los más grandes, los mejores... todo esta dicho.

Lo difícil es escoger solo un par de vídeos, ya que todos me gustan, todos son mis favoritos, de hecho luego iré poniendo más...

HEY YOU

Hey you ! out there in the cold
Getting lonely, getting old, can you feel me
Hey you ! Standing in the aisles
With itchy feet and fading smiles, can you feel me
Hey you ! don't help them to bury the light
Don't give in without a fight.
Hey you ! out there on your own
sitting naked by the phone would you touch me
Hey you ! with your ear against the wall
Waiting for someone to call out would you touch me
Hey you ! would you help me to carry the stone
Open your heart, I'm coming home
But it was only a fantasy
The wall was too high as you can see
No matter how he tried he could not break free
And the worms ate into his brain.
Hey you ! out there on the road
Doing what you're told, can you help me
Hey you ! out there beyond the wall
Breaking bottles in the hall, can you help me
Hey you ! don't tell me there's no hope at all
Together we stand, divided we fall.

WISH YOU WERE HERE

So, so you think you can tell
Heaven from Hell,
Blue skies from pain
Can you tell a green field
From a cold steel rail?
A smile from a veil?
Do you think you can tell?

And did they get you to trade
Your heroes for ghosts?
Hot ashes for trees?
Hot air for a cool breeze?
Cold confort for change?
And did you exchange
A walk on part in the war
For a lead role in a cage?

How I wish, how I wish you were here
We're just two lost souls
Swimming in a fish bowl,
Year after year,
Running over the same old ground.
What have we found?
The same old fears
Wish you were here

La Gran Tristeza

Una inmensa agua gris, inmóvil, muerta,
sobre un lúgubre páramo tendida;
a trechos, de algas lívidas cubierta;
ni un árbol, ni una flor, todo sin vida,
¡todo sin alma en la extensión desierta!

Un punto blanco sobre el agua muda,
sobre aquella agua de esplendor desnuda,
se ve brillar en el confín lejano:
es una garza inconsolable, viuda,
que emerge como un lirio del pantano.

Entre aquella agua, y en lo más distante,
¿esa ave taciturna en qué medita?
¡No ha sacudido el ala un solo instante,
y allí parece un vivo interrogante
que interroga a la bóveda infinita!

Ave triste, responde: Alguna tarde
en que rasgabas el azul de enero
con tu amante feliz, haciendo alarde
de tu blancura, ¿el cazador cobarde
hirió de muerte al dulce compañero?

¿O fue que al pie del saucedal frondoso,
donde con él soñabas y dormías,
al recio empuje de huracán furioso,
rodó en las sombras el alado esposo
sobre las secas hojarascas frías?

¿O fue que huyó el ingrato, abandonando
nido y amor, por otras compañeras,
y tú, cansada de buscarlo, amando
como siempre, lo esperas sollozando,
o perdida la fe... ya no lo esperas?

Dime: ¿Bajo la nada de los cielos,
alguna noche la tormenta impía
cayó sobre el juncal, y entre los velos
de la niebla, sin vida tus polluelos
flotaron sobre el agua... al otro día?

¿Por qué ocultas ahora la cabeza
en el rincón del ala entumecida?
¡Oh, cuán solos estamos!... Ve, ya empieza
a anochecer: ¡Qué igual es nuestra vida!...
Nuestra desolación!... ¡Nuestra tristeza!

¿Por qué callas? La tarde expira, llueve,
y la lluvia tenaz deslustra y moja
tu acolchado plumón de raso y nieve.
¡Huérfano soy!...
¡La garza no se mueve...
y el sol ha muerto entre su fragua roja!

Autor: Julio Flores

sábado, 16 de junio de 2007

Pedacito de una velada... Triste...

Esa noche sentía el peso de la tristeza sobre mis hombros, y quería escapar a refugiarme en el caparazón de mi soledad, porque solo allí me sentía aliviada. Pero no, el estaba frente a mi, hablando, muy animado y yo tratando de llevar los dos mundos que corrían paralelamente, acallar un poco los pensamientos para sonreír como una autómata después de cada comentario, subir la mirada, agregar algunas palabras, y seguir allí como si no me sintiera morir. Frente a mi, sobre la mesa estaba en trago que a penas había probado; mi mirada se perdía entre las gotas del vaso que se deslizaban, semejando a las lágrimas que quería derramar, y en la forma de los hielos que flotaban, derritiéndose poco a poco, así como se diluía la tristeza en mi... o yo en ella. Tomé un poco de aire para sonreirle nuevamente a mi acompañante, que en ese momento respondía una llamada a su móvil. Miré a nuestro alrededor, el ruido, la gente, muchas voces mezcladas hacían que lo que entraba a mis oídos fuese una especie de masa pesada, difícil de distinguir. ¡Cuantos rostros!, ¡cuantos mundos a mi alrededor!, y yo en mi órbita personal, tomando conciencia de lo que nunca vemos, las miradas, las sonrisas, los gestos, las risas, yo estaba allí sentada pero a la vez tan distante... ¿Que hago aquí? me preguntaba una y otra vez. Me excusé y me dirigí al tocador, como siempre repleto de mujeres, chicas riendo de manera escandalosa, retocando sus maquillajes, hablando por el móvil, y yo entré a uno de los compartimientos, cerré la puerta, me recosté y al fin dejé escapar un par de lágrimas que tenia atascadas y que ya no podían seguir conteniéndose. ¿A donde se habían ido a parar todos esos escritos y relatos de autoestima y crecimiento personal que leía a diario? No podía recordar nada, volvía a ser la misma chica extraña, viviendo en un mundo ajeno, tratando de aparentar lo que no era, haciendo mi papel, porque hacía mucho que sabía interpretar una buena actuación. Enjuagué mis lágrimas, soné mi nariz, y de vuelta a la mesa. "¿Te pasa algo?"- Preguntó el con toda la amabilidad del mundo, -"No querido, es solo que estoy algo cansada", dije tratando de sonar lo más convincente que podía, a la final el no tenía culpa, el solo estaba allí, en lo que para mi era un mal momento. Luego llegó el mesero a poner la mesa, ni cuenta me di cuando ordené y la verdad no tenía idea de que fue lo que pedí, pero esto tampoco tenía mucha importancia, di las gracias educadamente y para seguir con el juego dejé escapar un par de frases trilladas al estilo de "¡esto luce sensacional!". Probé el primer bocado y mi mente se empeñaba en quitarle sensaciones a las cosas, no podía distinguir los sabores, las texturas, simplemente no sabían a nada. Continué jugando con los cubiertos, llevándolos a la boca de manera maquinal, hablando de cualquier cosa aunque también esas conversaciones estuvieran programadas, dejándo el "automático" para seguir en mi debate interno, el cual no me llevaba a nada. El vacío seguía apoderándose secretamente de todo, similar a un agujero negro, tragándose las emociones, las ilusiones y las esperanzas... Hasta que por fin subí la mirada y esperé que sus ojos se detuvieran en los míos para decirle: "Por favor, Llévame a casa, no quiero estar aquí..."

viernes, 15 de junio de 2007

La bomba de agua


Cuentan que un cierto hombre estaba perdido en el desierto, a punto de morir de sed.

Cuando él llegó a una casita vieja -una cabaña que se desmoronaba- sin ventanas, sin techo, golpeada por el tiempo.

El hombre deambuló por allí y encontró una pequeña sombra donde se acomodó, huyendo del calor del sol desértico.
Mirando alrededor, vio una bomba a algunos metros de distancia, muy vieja y oxidada.

El se arrastró hasta allí, agarró la manija, y empezó a bombear sin parar.

Nada ocurrió. Desanimado, cayó postrado hacia atrás y notó que al lado de la bomba había una botella. La miró, la limpió, removiendo la suciedad y el polvo, y leyó el siguiente mensaje:

"Primero necesitas preparar la bomba con toda el agua de esta botella, mi amigo"
PD.: "Haz el favor de llenar la botella otra vez antes de partir."
El hombre arrancó la rosca de la botella y, de hecho, tenía agua.

¡La botella estaba casi llena de agua! De repente, él se vio en un dilema:

Si bebía el agua podría sobrevivir, pero si volcase el agua en la vieja bomba oxidada, quizá obtuviera agua fresca, bien fría, allí en el fondo del pozo, todo el agua que quisiera y podría llenar la botella para la próxima persona... pero quizá eso no salga bien.
¿Qué debería hacer? ¿Volcar el agua en la vieja bomba y esperar el agua fresca y fría o beber el agua vieja y salvar su vida?
¿Debería perder todo el agua que tenía en la esperanza de aquellas instrucciones poco confiables, escritas no se sabía cuando?
Con temor, el hombre volcó todo el agua en la bomba. Enseguida, agarró la manija y empezó a bombear... y la bomba empezó a chillar. ¡Y nada ocurrió! Y la bomba chilló y chilló.

Entonces surgió un hilito de agua; después un pequeño flujo, ¡y finalmente el agua salió con abundancia! La bomba vieja y oxidada hizo salir mucha, pero mucha agua fresca y cristalina. Él llenó la botella y
bebió de ella hasta hartarse. La llenó otra vez para el próximo que por allí podría pasar, la enroscó y agregó una pequeña nota al billete preso en ella: "¡Créeme, funciona! ¡Necesitas dar todo el agua antes de poder obtenerla otra vez!"

Podemos aprender cosas importantes a partir de esa breve historia:

1. Ningún esfuerzo que hagas será valido, si lo haces de la manera equivocada. Puedes pasar toda tu vida intentando bombear algo cuando alguien ya reservó la solución para ti. ¡Pon atención a tu alrededor!


2. ¡Aprende mirar adelante y comparte! Aquel hombre podría haberse hartado y olvidarse de que otras personas que necesitasen del agua pudiesen pasar por allí. Él no se olvidó de llenar la botella y todavía supo dar una palabra de incentivo. Preocúpate con quien está cercano a ti, recuerda: sólo podrás obtener agua si la das antes. Cultiva tus relaciones, ¡y da siempre lo mejor de ti

El entusiasmo

La palabra entusiasmo proviene del Griego y significa tener un Dios dentro de sí.

La persona entusiasta o entusiasmada es aquella que es tomada por uno de los dioses, guiada por su fuerza y sabiduría, y por ese motivo podría transformar la naturaleza que lo rodea y hacer que ocurrieran cosas.

Sólo las personas entusiastas son capaces de vencer los desafíos de lo cotidiano. Es necesario por lo tanto entusiasmarse para resolver los problemas que se presentan y pasar a una nueva situación.

El entusiasmo no es una cualidad que se construye o que se desarrolla. Es un estado de fe, de afirmación de sí mismo.

La persona entusiasta es aquella que cree en su capacidad de transformar las cosas, cree en si misma, cree en los demás, cree en la fuerza que tiene para transformar el mundo y su propia realidad. Está impulsada a actuar en el mundo, a transformarlo, movida por la fuerza y la certeza en sus acciones.

Es necesario creer en uno mismo, en la capacidad de hacer, de transformarse y transformar la realidad que nos rodea.

Dejar de un lado toda la negatividad, dejar de un lado todo el escepticismo, dejar de ser incrédulo y ser entusiasta con la vida, con quienes nos rodean y con uno mismo.

miércoles, 13 de junio de 2007

Funny animation

Les dejo dos animaciones que me han encantado, y lo que me he reído!!! Jaja.
Funny animation short


Pixar - Tennis Commercial

El Carpintero.

Un carpintero ya entrado en años estaba listo para retirarse. Le dijo a su Jefe de sus planes de dejar el negocio de la construcción para llevar una vida más placentera con su esposa y disfrutar de su familia.

Él iba a extrañar su cheque mensual, pero necesitaba retirarse.

Ellos superarían esta etapa de alguna manera.

El Jefe sentía ver que su buen empleado dejaba la compañía y le pidió que si podría construir una sola casa más, como un favor personal. El carpintero accedió, pero se veía fácilmente que no estaba poniendo el corazón en su trabajo.

Utilizaba materiales de inferior calidad y el trabajo era deficiente. Era una desafortunada manera de terminar su carrera.

Cuando el carpintero terminó su trabajo y su Jefe fue a inspeccionar la casa, el Jefe le extendió al carpintero, las llaves de la puerta principal.

"Esta es tu casa, dijo, es mi regalo para tí."

Qué tragedia! Qué pena! Si solamente el carpintero hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, la hubiera hecho de manera totalmente diferente. Ahora tendría que vivir en la casa que construyó "no muy bien" que digamos!

Así que está en nosotros. Construimos nuestras vidas de manera distraída, reaccionando cuando deberíamos actuar, dispuestos a poner en ello menos que lo mejor. En puntos importantes, no ponemos lo mejor de nosotros en nuestro trabajo.

Entonces con pena vemos la situación que hemos creado y encontramos que estamos viviendo en la casa que hemos construido. Si lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente.

Piensen como si fueran el carpintero. Piensen en su casa. Cada día clavamos un clavo, levantamos una pared o edificamos un techo. Construyan con sabiduría. Es la única vida que podrán construir. Inclusive si solo la viven por un día más, ese día merece ser vivido con gracia y dignidad.
La placa en la pared dice:
"La Vida Es Un Proyecto de Hágalo Usted Mismo".

Quién podría decirlo más claramente? Su vida ahora, es el resultado de sus actitudes y elecciones del pasado. Su vida mañana será el resultado de sus actitudes y elecciones hechas HOY!
"Los únicos errores que cometemos en la vida son las cosas que no hacemos."

martes, 12 de junio de 2007

FISH

Esta es una de las primeras canciones de Fish como solista (ex vocalista de Marillion) ... Y una de mis favoritas. Les de dejo A Gentleman's Excuse Me...

Do you still keep paper flowers
In the bottom-drawer with your belgian lace
Taking them out every year
To watch the colours fade away

Do you still believe in fairy tales
In battlements of shiny castles
Safe from the dragons
That lie beneath the hill

Are you still a Russian princes
Rescued by a gipsy-dancer
To anyone who'll listen
Is that a story you still tell

You live a life of fantasy
Your diary romantic fiction
Can't you see it's hard for me
Can you see what I'm trying to say

It's a gentleman's excuse me
So I'll take one step to the side
Can you get it inside your head
I'm tired of dancing

For every one step forward
We're taking two steps back
Can you get it inside your head
I'm tired of dancing

I know you still like Oldfashioned waltzes
Your reflection in the mirror that you flirt with
As you glide across the floor
But if I told you the music's over
Would you want to hear
That your dance card is empty
That there's no-one really there

Do you still believe in Santa Claus
There's a milionaire looking for your front door
With the key to a life
That you'd never understand

And all I have to offer
Is the love I have, it's freely given
You'll see it's value
When you see what I'm trying to say

It's a gentleman's excuse me
So I'll take one step to the side
Can you get it inside your head
I'm tired of dancing

For every one step forward
There's no turning back
Can you get it inside your head
I'm tired of dancing

lunes, 11 de junio de 2007

Aprender

Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia,
entre sostener una mano
y encadenar un alma,
y uno aprende...
Que el amor no significa recostarse
y una compañía no significa seguridad
y uno empieza a aprender...

Que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar sus derrotas,
con la cabeza alta y los ojos abiertos
y uno aprende a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana,
es demasiado inseguro para planes...
Y los futuros tienen una forma de caerse en la
mitad.

Y después de un tiempo
uno aprende que si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.
Así que uno planta su propio
jardín
y decora su propia alma,
en lugar de esperar a que alguien
le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende...
y con cada adiós, uno aprende...

Anónimo

Amor verdadero

Un hombre de cierta edad vino a la clínica donde yo trabajo para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa, y mientras se curaba le pregunté qué era eso tan urgente que tenía que hacer.

Me dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí . Me contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado.

Mientras acababa de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana.

-No, me dijo. Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce.

Entonces le pregunté extrañado.

-Y si ya no sabe quién es usted,¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas?

Me sonrió y dándome una palmadita en la mano me dijo: -"Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella".

Tuve que contenerme las lágrimas mientras salía y pensé: -"Esa es la clase de amor que quiero para mi vida. El verdadero amor no se reduce a lo físico ni a lo romántico. El verdadero amor es la aceptación de todo lo que el otro es, de lo que ha sido, de lo que será y de lo que ya no es… "

Calidad Humana

Hoy todos hablan de calidad de productos, de calidad de procesos, calidad de servicios, calidad de sistemas…..muy poca gente habla de calidad humana, calidad de vida……y sin ella, todo lo demás es apariencia, sin fundamento.

Hablar de calidad humana, es cuidar nuestros vínculos con los demás. Necesitamos rehacer nuestros vínculos humanos.

De nada sirve trabajar de sol a sol en un lugar donde no tenemos amigos y llegar cansados a un hogar en el que nadie se interesa en saber como nos fue.

¿Para qué trabajar tanto si nos sentimos solos?. Es triste leer un libro y no tener a alguien con quien comentarlo, es doloroso sentirse preocupado y no contar con una persona a quien abrirle el corazón.

De nada vale estar al frente de una cancha de tenis, de fútbol o frente a un salón si no tenemos con quien hablar, con quien disfrutar ese momento.

¿Para qué tener lo que no se puede compartir?.Ni las cosas ni el dinero, poseen valor intrínseco. El valor de lo material esta en su aplicación, en el servicio a alguien más o la convivencia con alguien más.

La belleza de tener esta en compartir. La magia de luchar por una prosperidad económica, estriba , ni más ni menos, en poder ver sonreír a alguien a quien le damos el privilegio de disfrutar lo que ganamos.

Eso es parte de la naturaleza humana: dar, convivir, amar, servir… ayudar.

¡HAZLO!

En muchas ocasiones estamos asustados, si!!, asustados de lo que tal vez no podemos hacer; asustados de lo que pensaría la gente si tratamos, de lo que pensaría la gente si hacemos eso que tanto deseamos. Permitimos que nuestros miedos se interpongan en nuestros sueños.

Decimos no, cuando queremos decir si. Murmuramos cuando queremos gritar, y después… después gritamos a quien no teníamos que hacerlo. ¿por qué?

Después de todo cruzamos por esta vida una sola vez, no hay tiempo para tener miedo.Así que intenta… intenta aquello que no has hecho, arriésgate, participa en el maratón, escribe aquella carta, acaba de pedirle perdón a esa persona a la que le fallaste, enfréntate como ganador a las cosas cotidianas.

Habla en contra de lo que no te gusta, visita pueblos que no conozcas, da ese beso que te provoca, no te quedes con el abrazo contenido ni la risa escondida, llámale y dile cuanto le amas.

viernes, 8 de junio de 2007

Vivir es....

VIVIR ES...

Caminar por la calle sin tener miedo,

saber decir que no,
levantarse a cualquier hora y no sentirse culpable,
comer cuando se tiene hambre,
saber decir que sí,
cumplir con las obligaciones sin sentirse obligado,
poder mirar a todos sin sentirse avergonzado,
estar contento con uno mismo,
trabajar sin que sea trabajo,
tener ganas de vivir,
tener conocimiento de sí mismo,
tener miedos y superarlos,
no tener miedo de tener miedo,
saber compartir lo que se tiene,
dar a los que amamos y tener tiempo para nosotros,
caminar por una playa desierta y sentirse acompañado,
tener amigos que nos quieran,... que nos soporten,
poder conversar con nuestros hijos,
poder saber estar en silencio,
saber que hay cosas que nos preocupan,... que nos exceden,
tener conciencia de que nos aman y no buscar que nos amen,
sentir que estamos vivos,
saber aceptar lo que nos toca,
reír y llorar cuando queremos,
poder descansar sin que nos cansemos,
poder mirar las estrellas sin que nos olvidemos de nosotros,
de nada, de nadie,
saber pedir perdón,
saber sufrir, olvidar, perder, ganar, perdonar, morir, y
poder dar sin que nos importe,
saber que podemos equivocarnos,
reconocer que hay personas que no nos quieren,
saber soñar, pero sin vivir soñando,
poder mirar mañana y no darle importancia,
no tener de que arrepentirse, pero saber hacerlo,
aceptar al prójimo como es,
saber comprender el llanto de los demás,
estar contentos por lo que somos,
saber jugar como los niños,
tener conciencia de que somos muy poco, pero también muy importantes,
saber ser feliz y saberlo,
saber que somos un mundo en el que cabe todo un mundo,
no mentirnos,
saber que para alguien somos un mundo,
saber aceptar lo que nos dan,
no exigir,
poder dar cuando nos piden,
saber dar sin que nos pidan,
saber ser orgulloso,
saber ser humilde,
saber mirar una mujer,
saber mirar un hombre,
no tener miedo de nuestra libertad,
no tener ataduras, pero amar las que tenemos,
poder y saber cambiar,
poder y saber: hacer, decir, pensar, amar, todo.
Saber vivir entonces es:
empezar a vivir.

Se solicitan locos

¡Dios mío! Envíanos algunos locos,

de aquellos que se comprometen a fondo,

de aquellos que se olvidan de sí mismos,

de aquellos que saben amar con obras y no con palabras,

de aquellos que se entregan verdaderamente hasta el fin.

Nos hacen falta locos, desafinados, apasionados,

personas capaces de dar el salto en el vacío inseguro,

desconocido y cada día más profundo de la pobreza;

aquellos que saben aceptar la masa anónima,

sin deseo de utilizarla como escabel;

aquellos que no utilizan para su servicio al prójimo.

Nos hacen falta locos,¡Dios mío!.

Locos en el presente,

enamorados de una forma de vida sencilla,

liberadores del pobre,

amantes de la paz,

libres de compromisos,

decididos a no hacer nunca traición,

despreciando su propia comodidad, o su vida,

plenamente decididos por la abnegación,

capaces de aceptar toda clase de tareas,

de partir dondequiera que sea por disciplina,

al mismo tiempo libres y obedientes,

espontáneos y tenaces, alegres, dulces y fuertes.

YO DIGO:

PRESENTE!!!

miércoles, 6 de junio de 2007

Tu Luz


Un sabio maestro, contó a sus discípulos la siguiente historia:

“… Varios hombres habían quedado encerrados por error en una oscura caverna donde no podían ver casi nada.

Pasó algún tiempo, y uno de ellos logró encender una pequeña tea. Pero la luz que daba era tan escasa que aun así no se podía ver nada. Al hombre, sin embargo, se le ocurrió que con su luz podía ayudar a que cada uno de los demás prendieran su propia tea y así, compartiendo la llama con todos, la caverna se iluminó”.

Uno de los discípulos preguntó:
- “Qué nos enseña, maestro, este relato?”

El Sabio contestó:
- “Nos enseña que nuestra luz sigue siendo oscuridad si no la compartimos con el prójimo. Y también nos dice que el compartir nuestra luz no la desvanece, sino que por el contrario la hace crecer.”