sábado, 3 de febrero de 2007

Las Fotos de mi Vida

De pequeña me encantaba ver las fotos familiares que mi mama guardaba en una gran caja de madera. Recuerdo el olor que tenía, cuando la abría me embargaba y nada más por ese hecho ya comenzaba a sonreír porque ese era un olor de antaño, el olor de los recuerdos. Yo pensaba que entre esas fotos habían como mil años!, las veía una por una, las más antiguas, a blanco y negro, tenían gente que nunca conocí. La del abuelo violinista que murió ahogado porque la embarcación en la que viajaba se hundió en mar abierto y el no sabía nadar; la de la bisabuela con cara de buena rodeada niños pequeños (entre ellos mi madre) que reían y hacían muecas a la cámara. Tambén estaban las fotos de la boda de mi madre, tan hermosa a sus 17 añitos, y junto a esas fotos estaba el abanico de plumas blancas que llevó ese día, y yo tomaba el abanico y acariciaba las plumas tan suavecitas, me encantaba hacer eso. Luego las fotos de todos mis hermanos, desde que estaban bebes hasta algunas actuales. Siempre contaba la cantidad de fotos de cada uno y pensaba que me a mi me querían menos porque no tenía tantas como los demás. Mi hermana mayor se llevaba el record de más fotos, y claro, ahora supongo que a los primogénitos les toman más fotos por la emoción y esas cosas, y yo tuve la fortuna (ahora se que fue una fortuna) de ser la última de 7 hermanos, así que para cuando o nací la “fiebre” de tomar fotos ya había pasado, pero cuando se es niño no se piensa en esas cosas y yo solo sentía que no era justo que no me quisieran tanto como a Isabel (mi hermana mayor). Luego conseguía las fotos de primos que nunca conocí… La prima Milagros que se fue a vivir a no se donde; el otro primo que murió en una moto; Mi tía Amanda que tenía un cuerpazo que no se le ve ahora por ningún lado (jaja); El tío Oscar, mi abuela mamá Alicia, mi papá con pinta de actor de Hollywood; y así… cada foto un recuerdo, una época que quedó plasmada para que otras generaciones las miraran, como quién mira una ventanita al pasado. Pasaba horas y horas hojeando los albums, preguntándoles a los mayores quién era esta o aquella persona, e imaginando como era la vida de cada una de esas personas que yo encontraba tan interesantes.

Siempre me gustaron las fotografías. Luego yo he ido tomando algunas de mi vida, quizás pensando un poco en dejar alguna huella para esas generaciones futuras, o al menos para las que lleven mi sangre. Lo más seguro es que algún día mis nietos y bisnietos se rían de lo anticuada que lucía yo en esas fotos, o digan “fulanita se parece tanto a su abuela Alejandra”, y comparen mi foto con la de aquella personita. Seguiré plasmando momentos en las fotografías, para mi, para mi familia, para mis amigos y para todos los que quieran verlas.

1 comentario:

Soros dijo...

Tu evocación por las viejas fotos de familia es también la que yo siento por las fotos antiguas de la mía.
Casi siempre que puedo le robo alguna a mi madre y la guardo con cariño. Ella lo imagina porque cuando alguna de mis hermanas pregunta por una foto ausente, ella dice: Pregúntale a tu hermano.
Al contrario que tú soy el mayor de cinco, las otras cuatro son chicas. Ellas no conocen a muchas de las persona que salen en las fotos y, el día que mi madre falte, yo seré el triste depositario de ese monopolio.
Con afecto,